Acontece que desde siempre quise visitar la vecina República Argentina, porque era una meta obligada. Los argetinos son nuestros vecinos con quienes compartimos muchos capítulos en la historia y por quienes sentimos una oculta gran admiración y una santa envidia, porque siempre han sido más que nosotros y es hora de reconocerlo.
Pero esta cercanía lejana es ese inmenso murallón que es la Cordillera de los Andes que nos impide desplazarnos de un lado al otro con la facilidad con que se hace en otros lugares del planeta donde la frontera es apenas una línea invisible por donde van y vienen, sin dificultad, los vecinos de un país al otro y que en muchos casos ni siquiera hablan el mismo idioma. (Qué ironía!!).
Por otro lado, crecí en mi lejana infancia, escuchando tangos, milongas y zambas y hasta me parece que "La cumparsita" cobraba vida en las frías noches de invierno allá al interior del Valle del Huasco en compañía de mis tíos, que me brindaron todo su cariño cuando más lo necesitaba.
... porque vi el desfile de las inclemencias
con mis pobres ojos llorosos y abiertos
y en la triste pieza de de mis buenos (tíos) viejos
cantó la pobreza su canción de invierno ...
yo me hice en tangos ...
.. me fui modelando en barro, en miseria,
en las amarguras que da la pobreza...
... porque el tango es macho!!!
...tiene olor a vida,
tiene gusto... a muerte!!!!!!!!!!!!!!