Era un hermoso día del 1 de agosto, recién llegados de Croacia y como todavía quedaban unos días de vacaciones nos las embalamos a la capital de Dinamarca. Allí siempre hay mucho que ver. Es una ciudad con mucha vida diurna y nocturna. Música en cada rincón. Grupos de música para todos los gustos desde Jazz-band hasta música andina. Copenhague está a un poco más de una hora en tren desde la ciudad de Kristianstad y fue el broche de oro que le pusimos a estas vacaciones que ya están por terminar.
Soy un joven envejecido por el tiempo. Aún no sé quien soy ni que hago aquí en este planeta. Hace 100 años yo no estaba en ninguna parte y de pronto salgo al escenario sin haber estudiado un libreto, ni haber ensayado el papel que tengo que representar. Tengo que actuar sin ser artista, improvisar sin saber qué improvisar. Voy conduciendo un coche en una noche oscura. El coche no tiene luces ni frenos. No veo el camino, pero tengo la impresión que estoy al borde de un precipicio. Lo sé porque lo he soñado y es en los sueños donde lo hago mejor: Perdido, sin rumbo. Por lo menos en sueños tengo un coche, pero sin frenos ni luces.
Qué bonito!!
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