Lucila, hija de un profesor rural en el Valle de Elqui, empezó a ejercer la docencia en los alrededores de Vicuña a la edad de 15 años.
Tomó el seudónimo de Gabriela Mistral inspirada en los nombres de sus dos escritores favoritos: el italiano Gabriel D'Anuncio y el francés Frédéric Mistral.
A Gabriela se le rindieron todos los homenajes y se le otorgaron todos los galardones que se merecía fuera de su país. Se ha dicho hasta el cansancio que "nadie es profeta en su tierra", pero en este caso no tan sólo se reafirma esa aseveración, sino que deja en evidencia los más bajos sentimientos que pudieron engendrar la envidia y la mediocridad de sus detractores que murieron sin pena ni gloria en el más grande de los anonimatos y sus nombres han quedado sepultados en el más profundo de los olvidos.
Me tocó en suerte realizar mi "práctica remunerada en servicio" en una escuela ubicada en las proximidades de Monte Grande, donde trabajó Gabriela y que hoy lleva su nombre. Allí como recuerdo de su persona está el escaño donde la maestra solía sentarse en los recreos para vigilar a sus alumnos y tuve el honor de sentarme también allí donde muchas veces descansó mi ilustre colega.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario